5 de septiembre de 2010

LA CALZADA DE JESÚS DEL MONTE de Eliseo Diego

Por Anastasia Expósito

La Calzada de Jesús del Monte, en La Habana, es una de las más transitadas y una de las calles de mayor valor histórico. No hay cubano que no la conozca, ya sea porque la ha caminado o porque la ha escuchado mencionar, sin embargo, pocos conocen –esto me incluye- que esta calzada provee numerosos datos históricos para el estudio del desarrollo de la Ciudad de La Habana.

De la misma manera que La Calzada de Jesús del Monte pasa con nuestro Eliseo Diego, una de las personalidades de las letras cubana, que ha sido poco conocido aun teniendo una obra deslumbrante que llenaría de orgullo a cualquier cubano. Si conocemos La Calzada de Jesús del Monte, deberíamos conocer también uno de sus libros, de gran belleza poética, titulado con el nombre de esta Calzada.

                                  “En la Calzada más bien enorme de Jesús del
Monte
donde la demasiada luz forma otras paredes con
el polvo
cansa mi principal costumbre de recordar un
nombre,
y ya voy figurándome que soy algún portón
insomne
que fijamente mira el ruido suave de las sombras
alrededor de las columnas distraídas y grandes
en su calma…”

Sobre Eliseo Diego, diría José Antonio Portuondo “es una de las personalidades literarias más completas y brillantes de la historia de la literatura, no solamente contemporánea, ni de la literatura cubana, es una figura representativa dentro de la lengua española.”

Y sobre sí mismo, hablaba: Mi nombre es Eliseo Diego. Soy, de oficio, poeta, es decir: un pobre diablo a quien no le queda más remedio que escribir en renglones cortos que se llaman versos. Y lo hago no por vanidad o por el deseo de brillar, o qué sé yo, sino por necesidad, porque no me queda más remedio que escribir estas cosas que se llaman poemas.

Eliseo Diego, nació en Cuba en 1920 y murió en México 1994. Alcanzó el Premio de la Crítica en 1982 y recibió el Premio Nacional de Literatura en 1986. Su obra fue traducida a numerosos idiomas y fue merecedora de una mayor difusión internacional de la que tuvo, es posible que el contexto de “revolución cubana” en la que vivía haya sido lo limitante.

Amigo personal de José Lezama Lima y junto a él fundador del grupo Orígenes, acompañado en este proyecto literario con otros de enorme importancia en la cultura cubana como, Pepe Rodríguez Feo, Virgilio Piñera, Cintio y Fina, entre otros del grupo.

Se dice que fue el poeta del “tiempo” porque le gustaba sondear los mantos que decretan el transcurrir del tiempo en los seres humanos y en la vida misma, pero en una dimensión atemporal donde la existencia de la poesía es ausente de tiempo.

Eliseo Diego, el de hablar pausado y prosa poderosa, su libro póstumo “En otro reino frágil” (Ediciones Unión 1999) incluye poemas inéditos, algunos de ellos escritos antes de su fallecimiento, otros publicados con anterioridad en revistas literarias, todos ellos “festejando el viento” y legándonos “el tiempo, todo el tiempo” de la grandiosidad de su joya literaria.

Testamento

Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;


habiendo llegado a este tiempo;

y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;

habiendo llegado a este tiempo;

y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;

y no poseyendo más que este tiempo;

no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;

no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;

decido hacer mi testamento.

Es este:
les dejo

el tiempo, todo el tiempo.


Voy a nombrar las cosas

Voy a nombrar las cosas, los sonoros

altos que ven el festejar del viento,
los portales profundos, las mamparas
cerradas a la sombra y al silencio.

Y el interior sagrado, la penumbra
que surcan los oficios polvorientos,
la madera del hombre, la nocturna
madera de mi cuerpo cuando duermo.

Y la pobreza del lugar, y el polvo
en que testaron las huellas de mi padre,
sitios de piedra decidida y limpia,
despojados de sombra, siempre iguales.


Sin olvidar la compasión del fuego
en la intemperie del solar distante
ni el sacramento gozoso de la lluvia
en el humilde cáliz de mi parque.


Ni el estupendo muro, mediodía,
terso y añil e interminable.

Con la mirada inmóvil del verano
mi cariño sabrá de las veredas
por donde huyen los ávidos domingos
y regresan, ya lunes, cabizbajos.


Y nombraré las cosas, tan despacio
que cuando pierda el Paraíso de mi calle
y mis olvidos me la vuelvan sueño,
pueda llamarla de pronto con el alba.


Versiones

La muerte es esa pequeña jarra,
con flores pintadas a mano,
que hay en todas las casas y que uno jamás se detiene a ver.
La muerte es ese pequeño animal que ha cruzado en el patio,
y del que nos consuela la ilusión,
sentida como un soplo,
de que es sólo el gato de la casa,

el gato de costumbre,
el gato que ha cruzado
y al que ya no volveremos a ver.
La muerte es ese amigo que aparece en las fotografías de la familia,
discretamente a un lado,
y al que nadie acertó nunca a reconocer.
La muerte,
en fin,
es esa mancha en el muro que una tarde hemos mirado,
sin saberlo,
con un poco de terror.


Calma

Este silencio,

blanco, ilimitado,
este silencio
del mar tranquilo, inmóvil,
que de pronto
rompen los leves caracoles
por un impulso de la brisa,


Se extiende acaso
de la tarde a la noche, se remansa
tal vez por la arenilla
de fuego,
la infinita
playa desierta,
de manera

que no acaba,
quizás,
este silencio,


nunca?


Comienza un lunes

La eternidad por fin comienza un lunes

y el día siguiente apenas tiene nombre
y el otro es el oscuro, al abolido.

Y en él se apagan todos los murmullos

y aquel rostro que amábamos se esfuma
y en vano es ya la espera, nadie viene.


La eternidad ignora las costumbres,
le da lo mismo rojo que azul tierno,
se inclina al gris, al humo, a la ceniza.


Nombre y fecha tú grabas en un mármol,
los roza displicente con el hombro,
ni un montoncillo de amargura deja.


Y sin embargo, ves, me aferro al lunes
y al día siguiente doy el nombre tuyo
y con la punta del cigarro escribo
en plena oscuridad: aquí he vivido.


Canción para todas las que eres

No solo el hoy fragante de tus ojos amo

sino a la niña oculta que allá dentro
mira la vastedad del mundo con redondo
[azoro, y amo a la extraña gris que me recuerda
en un rincón del tiempo que el invierno
[ampara. La multitud de ti, la fuga de tus horas,
amo tus mil imágenes en vuelo
como un bando de pájaros salvajes.
No solo tu domingo breve de delicias
sino también un viernes trágico, quien
[sabe, y un sábado de triunfos y de glorias
que no veré yo nunca, pero alabo.
Niña y muchacha y joven ya mujer,
[tu todas, colman mi corazón, y en paz las amo.



















1 comentario:

  1. Un comentario necesario para recordar a nuestro poeta que se quedó y fue a morir a México , uno de la generación de Orígenes que dio tantos talentos y que la Revolución quiso silenciar tal vez como señalas influyo en su quehacer perque pudo más el mundo interior del poeta para regalarnos sus versos de los que no podía dejar de prescindir ,.La selección de poemas que sacas a la luz nos recuerdan al exquisito y maravilloso poeta que juega con el tiempo.Muchas felicidades Anastasia por llevarnos de la mano a la Calzada de Jesús del Monte.Saludos

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