1 de mayo de 2011

El melancólico fado alienta una pasión global

Un género portugués que inspira a Prince y a los Rolling Stones de la mano de la fadista Ana Moura, la más conocida de los últimos tiempos, que lidera una verdadera explosión de voces nuevas, en su mayoría femeninas.



POR LARRY ROHTER - The New York Times


Al principio estaba Amália Rodrigues. La cantante domina de tal forma la historia moderna del fado, la melancólica música portuguesa con guitarra, que durante los sesenta años de carrera que sólo terminaron a su muerte en 1999, su nombre se convirtió en sinónimo del género y dejó muy poco espacio para que se desarrollaran otras estrellas.

Sin embargo, en los últimos diez años hubo una verdadera explosión de voces nuevas, en su mayoría femeninas, así como una renovación de un género que había llegado a parecer impermeable al cambio. El llamado novo fado ha proyectado el género al siglo XXI e inaugurado un espacio para amplios experimentos en lo relativo a repertorio, instrumentación y formas de cantar.

Fuera de Portugal, la fadista (como se llama a quienes practican el género) más conocida de los últimos tiempos es Ana Moura, de treinta y un años, cuya voz de contralto ha llamado la atención de los Rolling Stones y de Prince y que acaba de lanzar un CD en vivo llamado "Coliseu". En su país, es sólo un nombre más entre una larga serie que comprende a Mísia, Mariza, Mafalda Arnauth, Dulce Pontes, Cristina Branco, Joana Amendoeira, Raquel Tavares, Yolanda Soares y Kátia Guerreiro.

"Todas tenemos una sola cosa en común, y es el deseo de renovar el fado", dijo Moura, que este verano (boreal) recorrerá California y Canadá. "La curiosidad de los jóvenes por el fado es muy reciente, y pienso que la mejor manera de explicarlo es este nuevo acercamiento a una música antigua que todos hemos adoptado".

El fado, que significa destino en portugués, data de la década de 1820 y comenzó, dijo Mariza, "como música portuaria, de un lugar donde hay mezcla, donde los marineros llevaban influencias de Brasil, África, el mundo árabe y hasta China" a los bares, tabernas y burdeles que frecuentaban.

Desde el primer momento, la esencia de la música estuvo contenida en la palabra saudade, que los hablantes del portugués afirman que es intraducible, pero que puede explicarse como anhelo, nostalgia o melancolía.

Al principio se lo consideraba un estilo dudoso, pero en el transcurso del siglo siguiente fue ganando aceptación. Los grupos tradicionales son chicos y cuentan con una guitarra clásica y una portuguesa, un instrumento redondeado de doce cuerdas que tiene un sonido brillante, delicado y acampanado. Se lo llegó a asociar con la dictadura fascista que gobernó Portugal desde 1926 hasta 1974.

"Era un símbolo de esa época triste", dijo Mísia, que tiene cincuenta y cinco años y a la que puede considerarse una pionera del revival del fado.

Muchas de las cantantes a las que se percibe como parte del fenómeno del "novo fado" crecieron en un entorno posterior a 1974, mucho más cosmopolita que el de las generaciones anteriores y que ha permitido la filtración de influencias no tradicionales en su trabajo.

El fin del aislamiento cultural portugués, simbolizado por la incorporación del país a la Unión Europea en 1986, hizo posible que las cantantes conocieran a quienes Arnauth, que tiene treinta y seis años, llama "fadistas accidentales", con lo que se refiere a temas y músicos extranjeros que también participan de la melancolía esencial del espíritu del fado.

Las influencias no tradicionales ingresaron al trabajo de las cantantes del "novo fado". El repertorio de Moura comprende "No Expectations", de los Rolling Stones, que se la invitó a cantar con ellos después de que la banda la vio en una taberna tradicional de Lisboa. En su CD doble "Ruas", de 2009, Mísia incluyó "Hurt", de Nine Inch Nails.

Otra característica de las nuevas fadistas es su disposición a componer sus propios temas. "Cuando aparece una nueva cantante, siempre se la compara con Amália, que es el gran diosa del fado", dijo Soares, que tiene treinta y nueve años. "Si alguien canta uno de sus temas, la gente siempre dice: `Ah, bueno, Amália lo hacía mejor.’ Es por eso que hay que adoptar un rumbo diferente".

Muchas de las cantantes vinculadas al renacimiento del fado cambian la instrumentación típica del género. También desafían la tradicional severa vestimenta negra y el chal de las cantantes de fado.

"Me niego a vestirme de negro y a usar un chal", dijo Arnauth. "Es un tipo de indumentaria que transmite una imagen de víctima, de pobrecita, y es algo de lo que trato de liberarme. Quiero imponer una imagen femenina nueva y diferente".

El fado también ha puesto un pie en el mundo que no habla portugués, donde ejerce influencia en grupos como Clannad, de Irlanda, y Durutti Column, de Gran Bretaña.

El año pasado, Prince se presentó con Moura en Europa y también ha grabado con ella. En los Estados Unidos, la banda Judith & Holofernes toca con un estilo que se ha bautizado "fadocore", una combinación de fado (cantado en inglés) con elementos de punk e indie rock.

"El fado está evolucionando", dijo Amendoeira. "Como mucha gente, tengo un pie en el pasado y otro en el futuro porque me parece que ese el mejor lugar donde estar".


Tomado de Revista Ñ

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